A temporada pasada

¿Y cómo hacer un análisis de la temporada a partir de un puñado de nombres escogidos al principio de la misma, si la temporada ha sido un apabullamiento de Pogacar?

Pues con resignación, porque el dominio de los grandes nombres sigue empobreciendo el ciclismo en general. Lo que sigue es una relación de nombres que iban a destacar en 2024, y en verdad muchos lo han hecho, pero otros tantos se han quedado sin hacerlo.

Lazkano: un acierto del 100%. Ya avisaba que este quijada de burro había corrido la Vuelta en 2023 y no había hecho nada, y este año empezó con fulgor en la cicloturista de Jaén, para después no hacer nada más que numeritos estúpidos en montaña, y arrastrarse tanto en Tour como en Vuelta. Como premio, se pira al Bora, donde tirará del carro.

Buitrago: empezó fuerte (2º en Valencia, una etapa en P-N, 5º en Flecha-Valona), pero al llegar al Tour poca cosa: décimo agonizando en el Tour -esa lucha contra Ciccone, ganada con margen- y nada más. Sin embargo, de los mejores de su equipo, muy venido a menos por esas cosas del ciclismo y las redadas.

Alaphilippe: Otro cierto: “O espabila, o para 2025 pasa al Bretaña o el Aubermat 93”. Solo ha ganado una etapa del Giro -que ya saben cual es el nivel cuando traen una estrella- y ha fracasado en las grandes citas. Como había vaticinado, el próximo año va al Tudor.

Healy: una decepción. No ha vuelto a estar al nivel de 2023, aunque ha estado presente en carreras. Ataca mucho y mal, gasta energías, no consigue nada: el mayor ejemplo, en el Mundial, donde se quemó con Skujins en una persecución agotadora. Hoy por hoy, no parece que vaya a ganar una gran clásica, pero es joven.

Van Aert:  “O espabila, o se quedará con un palmarés inferior al de Gianni Bugno, un corredor con el que comparte muchas cosas. Es más: ya creo que nunca lo alcanzará, salvo sorpresa mayúscula en un Giro que también corre…” No corrió el Giro por una caída, ni tampoco el gran carrusel de abril, y se perdió el Mundial por otra caída en la Vuelta, donde ganó tres etapas…el próximo año, 30 años. Vaticinio cumplido.

…Pogacar: como previsto, ganó el Giro, pero también el Tour, y todo lo demás. To-do-lo-de-más. Ha sabido resurgir tras las dos patentes imágenes de derrota en los dos Tour precedentes, y ahora mismo parece más factible una era de dominio a lo Merckx, que su lento declive por su rapidísima y tempranera eclosión.

Mauro Schmid: pichí-pichá. Empezó mal y después hizo una muy buena Vuelta, con muchas fugas y polivalente (montaña, llano), consiguiendo dos segundos puestos subiendo como el mejor escalador. Era un joker para el Mundial, pero desapareció. Un corredor extraño, y además el Jayco no está muy bien.

Corbin Strong: “Tendrá la misma trayectoria que Matthew Goss y tantos otros pilotos probadores australianos, es cierto, pero considerando que este año competirá con 24 años, qué menos que gane una etapa en una grande” Pues nada: vino a la Vuelta, que tenía un nivel bajísimo de velocistas, y no consiguió ganar. Y el Israel no es un equipo muy de alharacas.

Higuita: cumplido al 100%. Otra temporada arrastrándose, y en 2025 pasa al Astana. No lo han alineado en ninguna grande, y mira que podía cumplir algún papel en el Bora. Me comentan que su trayectoria está muy ligada a la caída en desgracia de M.A López, con el que compartía prácticas, métodos y médicos españoles, lo que explicaría todo.

Mads Pedersen: el Mundial ya le queda un poco menos grande, pero sigue sin ganar un Monumento. Como para hacerlo, si este año cuatro de los cinco han ido a solo dos corredores, por partida doble. Cuarto en Sanremo, G-W, 3º en Roubaix -su primer podio ahí- y un Mundial amargo, donde criticó abiertamente la apuesta por el todo con Skjelmose-Jensen, que sufrió una tiritona de aupa.

Ayuso: vaticinio clavado. Empezó como una moto -segundo en Tirreno, ganador en Itzulia- para después revelarse al mundo como la rataza que es en la inolvidable subida al Galibier en la cuarta etapa del Tour. Excluido por su equipo de la Vuelta -a saber por qué-, de momento sigue en el UAE.

Carlos Verona: ni se le ha visto. Una vergüenza de corredor, execrable. Tiene 31 años y habla como si tuviese 40 o, peor aún, como si hubiese asistido al Big Bang primigenio.

Sivakov: en contra de lo esperado, ha hecho una gran temporada. Consiguió entrar en el ocho para el Tour -algo muy difícil en el actual UAE- y lo hizo muy bien; mejor aún en la Vuelta, donde acabó 9º y estuvo en un tris de ganar alguna etapa, incluyendo la final por Cantabria-Burgos. Fue decisivo en el Mundial, aunque no para su selección, y un gran Lombardía. Sin embargo, siempre será gregario.

Jorgenson: y tan bien que le ha ido con la fórmula holandesa. Ha ganado la París-Niza, Waregem, 2º en Dauphine y 8º  en el Tour incluyendo su gigantesca etapa en Isola 2000. Mucho mejor que cuando estaba con la Patrulla Canina: ha ganado carreras, y muy buenas.

Daniel Felipe Martínez: pues no le ha ido mal, especialmente por el 2º puesto en el Giro. No fue jamás rival para Pogacar, y su plaza tampoco estuvo muy en disputa por parte del 3º, el senil G.Thomas. Así cualquiera. En la Vuelta abandonó el penúltimo día, victima de una cagalera colectiva, cuando el día anterior había reventado al pelotón. Ese tipo de corredores, sí.

Foss: que metamorfosis ni que nada. El Ineos no está para nada, y menos para mutar a un gigantón noruego que en el Mundial CRI ha sido 7º, quizás el mejor resumen de su trayectoria y temporada.

Tim De Clerq: vaticinio clavado. Su paso del Quick Step al Lidl se ha traducido en un anonimato espeso, obsceno, reflejo indudable del ciclismo que cambia.

Hirschi: solo pudo ser sexto en Zurich, pero ha ganado nueve carreras y, por primera vez desde 2020, ha brillado en dos pruebas de nivel: Amstel (segundo) y San Sebastián (primero). Ese nivel, claro. Queda como un enigma del ciclismo contemporáneo por qué no puede exportar ese nivel a las grandes citas de un día, como una especie de Spilak redivivo.

Senechal: evidentemente, no ha hecho nada en Arkea. Ni sprint, ni fugas. Nada, como el caso anteriormente descrito de DeClerq. Qué fácil es adivinar en casos así: salir del Quick Step para desaparecer. Cavagna, por su parte, ha sufrido lo mismo en la Patrulla Canina, y dicen que está buscando equipo para 2025, harto de que solo hablen en castellano.

En el capítulo general, Roglic confirmó los buenos augurios en el Bora, y se lleva Dauphine y la Vuelta. El Tudor no ha dado el salto que se esperaba y, efectivamente, Quintana se ha humillado en la Patrulla Canina.

***

Primeras imágenes de la aberración en forma de mirador en el Alto de la Farrapona. Después está la otra aberración, el asfaltado desde la vertiente leonesa para que moteros, cocheros y domingueros puedan hacer “circuitos” y, poco a poco, ir degradando ese espacio natural razonablemente bien conservado.

***

¿Truco o trato? para Halloween, que este año viene terrorífico.

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4 thoughts on “A temporada pasada

  1. La verdad es que la alargada sombra de Pogacar ensombrece a cualquier otro ciclista en esta temporada 2024.

    Yo destacaría sobretodo el salto que han dado Jorgenson y O’Connor, y la confirmación de que Roglic también sabe ganar fuera del Visma. En materia de sprinters destacaría las 3 etapas y el maillot verde del tour que ganó Girmay con Intermanché. Totalmente inesperado.

    Por otro lado, para el año que viene habrá que seguir lo que hacen Alaphilipe y Hirschi en el Tudor, tiene pinta de prejubilación.

     
  2. Ayer estaba leyendo en el diario el mundo un reportaje sobre el bicarbonato sódico, el nuevo suplemento alimenticio para reducir la aparición del ácido láctico. Entre los célebres usuarios del mismo se menciona el nombre de Primoz Roglic, y entre sus efectos secundarios, las cagaleras como las que sufrieron en el Bora en este final de Vuelta. Mucha coincidencia, ¿no?

     

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