Guillén se apodera del Dauphiné

Estaban suficientemente avisados que el recorrido de este Dauphiné 2019 era una mierda pinchada con un palo, y así lo han confirmado las etapas y la general final. Es increíble como el guillenismo ha arraigado en ASO, que se va a tener que comer enterito un mojón de prueba que ha provocado bostezos y que, en la última etapa y de solo 113 km. (“las etapas cortas favorecen los ataques”), no ha visto ni un solo desafío al líder, a pesar del escaso margen en la general.

Poels, que ya había ganado el sprint del grupo el viernes, ganó el sábado la única etapa con final en alto, demostrando una vez más que es uno de los mejores corredores del pelotón cuando A) los porcentajes están por encima del 12% B) cuando hace un tiempo de perros. En el final de Pipay únicamente se verificó el punto B), porque era un puerto tendidísimo compensando por su longitud cercana a los 20 km.… Leer más

Abrupto fin a la era Froome

Abrupto fin a la era Froome

Chris Froome, el dominador de las grandes vueltas durante toda esta década, no disputará a día de hoy el inminente Tour de Francia. Ya en 2008, y corriendo con la selección de Kenia, arrolló a un comisario al salir de una crono, y el año pasado se cayó violentamente en el prólogo del Giro. Esta vez no hay testimonio audiovisual de su caída -¡una pena para los Josué Elena y becarios del #putoAs!-, simplemente la información de que se estampó contra un muro reconociendo la crono disputada hoy en Dauphiné.

Unos dicen que soltó el manillar para sonarse los mocos, y otros que tiene el fémur roto, un aspecto todavía no confirmado en el momento de escribir esto. Puede ser que le pase como en la famosa meseta tibial de Contador -aquella fractura que no le impidió subir un puerto de primera en los Vosgos- o, más recientemente, como la clavícula de Bernal, fracturada poco antes del Giro, y con la que pudo subir y marcar el mejor tiempo en La Gallina andorrana apenas unos días después de empezar la carrera a la que rehusó ir.… Leer más

En la mejor tradición danesa

En la mejor tradición danesa

¡Era todo ilusión! En el ciclismo, siempre es así. El cambio de recorrido de la Lieja había desatado un sinfín de pasiones sobre una carrera que vivía encadenada al final de Ans y su desarrollo telegrafiado en el 90% de las veces que se había subido a la maldita cuesta final desde su introducción en 1992.

Aquella victoria de Dirk De Wolf -un don nadie, y aún así la mejor victoria del Gatorade ese año y el siguiente- fue todo un anticipo de lo que acabó siendo un hazmerreir donde un corredor como Valverde ha ganado cuatro ediciones, con once años de diferencia entre la primera y la segunda. O donde Vinokourov pudo comprar un gregario de un equipo rival por 150.000 euros para ganar la edición de 2010 y satisfacer su ego.

Esa era la Lieja, la carrera más entronizada por los aficionados que sólo ven ciclismo de grandes vueltas, porque era dura.… Leer más

Si ni él mismo se lo cree, ¿por qué deberíamos los demás?

Si ni él mismo se lo cree, ¿por qué deberíamos los demás?

Entró en meta e inmediatamente se llevó las manos al casco en un gesto interpretado universalmente como de incredulidad. Después siguió con su zambomba de niñato y se fue a desplomar al suelo -de manera medida, como los malos actores- mientras era agasajado por la nube de fotógrafos. 18 años después un holandés volvía a ganar la carrera nacional por excelencia, y lo hacía vestido con el maillot de campeón nacional.

Allí donde el Rabobank había fracasado repetidas veces con Thomas Dekker, Freire, Mollema, Gesink y Karsten Kroon iba a triunfar un corredor que no milita en el equipo-enseña holandés que siempre ha habido y que siempre habrá, porque el ciclismo es un deporte muy querido y practicado en Holanda, a pesar de que llevan 40 años buscando al sucesor de Zoetemelk.

Quizás sonrió por eso. Al revés que en sus triunfos en Waregem o en la Flecha de Brabante, celebrados con alaridos y gestos adustos, el fenómeno Mathieu Van der Poel sonrió al entrar en meta, una sonrisa teñida por ese gesto de incredulidad que resume perfectamente el ciclismo de hoy en día, ya rendido sin remisión al nuevo ídolo que lo va a curar de todos los males.… Leer más

Zibaldone de la Tirreno-Adriático

Zibaldone de la Tirreno-Adriático

Adam Yates pretendía ganar la Tirreno-Adriático sin hacer ni un solo ataque, y al final ha perdido la carrera por un mísero segundo. Este tipo de emoción ha llevado a pensar a los Sénecas de este deporte que hemos estado ante una buena edición de la carrera, cuando simplemente ha abundado en su decadencia: al menos Quintana o Contador necesitaron un ataque -uno, no más- para ganar la carrera, esta vez ni eso. La diferencia de la CRE y los pocos segunditos rascados en las etapas de montaña (circuitos urbanos de carreras de juveniles) eran el bagaje del inglés.

La mayor plasmación de esta Decadencia-Adriático, además de la total ausencia de público en el 80% de las etapas, o el recorrido de la crono final por unas calles parcheadas a nivel africano -al menos el Giro consigue un reasfaltado-, es que el periódico del organizador no tenía en portada ni una mención a la carrera en el momento de escribir esto, y las razones habría que encontrarlas en el simulacro de crónica que hay en la sección específica de ciclismo: por primera vez en la historia de la carrera no hay ningún italiano entre los diez primeros.… Leer más

Más ciclismo y menos sterrato

Más ciclismo y menos sterrato

No es la primera vez que pasa en el ciclismo, y lamentablemente es una tendencia que va a ir más. Las pruebas nuevas, que venden falsa antigüedad, se imponen a las antiguas que proponen el ciclismo de siempre, y que suelen ser en el 90% de los casos mucho mejores. Las pruebas nuevas, por interés del mercado y de la masa zombificada de fans reciben toda la atención mediática, mientras las antiguas palidecen.

De ahí denominar clásica a una carrera de un día nacida en 2007 por copia de una marcha cicloturista, y cuya primera edición fue ganada en justicia por alguien tan perdurable como Kolobnev. O Lovkvist. Después ya vino la passione, il vero, y l´autentico, que son las necedades con las que los italianos adornan, desde que el mundo es mundo, sus inventos.

Strade Bianche es una carrera vulgar, tanto que ni la misma organización considera interesante retransmitir más allá de los últimos 60 km.,… Leer más

El ciclismo de hoy en día (II): “una nación de ciclistas (dopados)”

El ciclismo de hoy en día (II): “una nación de ciclistas (dopados)”

Así se define Dinamarca en una página de propaganda institucional: “una nación de ciclistas”. Y una nación con ciclistas profesionales, nada menos que 18 en esta temporada, algo muy destacable en un país de 5´7 millones de habitantes y que no tiene un equipo WT, que siempre ayuda a incrementar la cuota racial. Y no es solo el número, es también la calidad. En 2018 los daneses obtuvieron 20 victorias, 7 de ellas WT con cinco ciclistas diferentes, además de otros resultados extraordinarios como el segundo puesto de Mads Pedersen en el Tour de Flandes.

Lo cierto es que Dinamarca lleva arrasando en categorías inferiores desde hace algunos años. En juniors, Mads Pedersen fue plata en el Mundial de 2013, Rasmus Pedersen bronce en 2015, al año siguiente el oro fue para Jakob Egholm y doce meses después Julius Johansen repetía metal. En crono han ido cayendo medallas con la misma frecuencia, quizás algo más espaciada.… Leer más

Westra, otro corredor multiherramienta dopado

Primero fue Karsten Kroon, pero el no quería hacerlo, y ahora ha sido Liewe Westra el que ha confesado haberse dopado durante toda su carrera deportiva. Ambos corredores comparten nacionalidad, y nunca fueron compañeros de equipo. Aparentemente, son dos casos aislados, si es que todavía hoy existe alguien que siga el ciclismo y se pueda creer algo así.

Kroon, que ahora es comentarista Eurosport NL, le contó hace un año a un amigo periodista que sí, que se había dopado, y que lo iba a contar en breve para quitarse un peso de encima, siguiendo la tradición de tantos y tantos corredores de los Países Bajos que han hecho una maniobra similar. El problema es que no lo hizo -se está muy agusto en la Tele del Cinismo, un hervidero de dopados&flipados-, y el periodista lo ha contado ahora.

Por supuesto, el asunto recibió atención durante un día, uno solo: Kroon dijo que sí, “pero solo durante un breve periodo”.… Leer más

“Los organizadores tienen lo que querían”

Zas. Zas. Zas. Tres caídas han dejado fuera del Tour al segundo, al quinto y al décimo de la general. ¿Ataques? Si, decenas. Incluso cienes. De un equipo local hasta la cejas, en la más pura tradición del ciclismo francés en la carrera de Francia (¡un saludo al Europcar y al inolvidable Christopher Kern!), y del Astana, un equipo que no necesita presentación, incluso en sus acciones más traicioneras. Pero al final del día, lo realmente significativo ha sido la eliminación de favoritos por caídas.

Que las caídas forman parte del ciclismo es un mantra que se repite una y otra vez para justificar a los bienpensantes, el problema es cuando las caídas están buscadas por el organizador. De la etapa entre Nantua -por cierto, menudo sitio más bonito- y Chambery se había dicho que sería “la etapa reina del Tour” (¿¿¿el noveno día???), y que los descensos serían tan decisivos como las subidas: se buscaba lo que pasó, y ahora los organizadores tienen el papelón de un Tour que sigue dominado por el tirano del último lustro, acosado por corredores de tanta valía como Aru, Fuglsang, Uran o Bardet.… Leer más

¿Qué harias TUE? (III): Fuglsang por fin gana algo

¿Qué harias TUE? (III): Fuglsang por fin gana algo

Hay muchos casos de ciclistas a los que su palmarés jamás hace la corte a su ego, por ser este desmedido y de tamaño galáctico: Samuel Sánchez es un ejemplo muy conocido y cercano, pero cualquier seguidor del pelotón ciclista estará al tanto del danés Jakob Fuglsang, un corredor que siempre ha dicho que aspiraba a podio en el Giro o Tour, y que lo más alto que había llegado a sus 32 años era a ser sexto en un Tour.

De hecho, su última victoria hasta este Dauphine databa de 2012, en la prestigiosa Vuelta a Austria a la que fue relegado tras tarifar con Bruyneel y quedarse fuera del Tour por bobo. Cinco años, cinco, sin ganar ni siquiera una carrera de pueblo, y enrolado siempre en el Astana de Iglinski y Vinokourov, un equipo fuera de toda tacha y que, al revés que otros compañeros como Nibali, jamás le envió carta alguna amenazando con despido por su escaso rendimiento.… Leer más