Cancellara gana un sprint a cuatro

Aunque al final haya salido una carrera más o menos decente, vuelvo a mostrar mi escepticismo respecto a las grandes fanfarrias con las que se presenta -y cada año es peor- el Tour de Flandes, una carrera convertida en un circuito final que guarda poca o ninguna correspondencia con los 210 km. previos y donde, por su peculiar recorrido, nada importante pasa hasta los últimos 30 kms.
Nada importante para la carrera, salvo las caídas -este año se han ido a casa previamente el tercero del año anterior, Roelandts, y bastantes otros- y otros accidentes de la misma categoría, como el salvaje atropello que Van Summeren -ganador de una París-Roubaix- realizó a una espectadora que, suicidamente, fue a ver el “espectáculo” del Tour de Flandes a una isleta situada en un punto del recorrido donde los ciclistas pasan más rápido que los coches.
La isleta de tráfico no estaba señalizada, o Van Summeren se despistó, pero lo que es inconcebible es que, en “la mejor carrera del mundo” -la misma que valla partes del recorrido para cobrar entrada, o que habilita un helipuerto para que lleguen Vips- se permita que haya público en un sitio así.… Leer más