Pogacar extermina el Dauphinè

Toma, para vosotros

Si ya empezó ganando la primera etapa, ¿qué decir de las dos últimas etapas de Dauphine, reducidas a dos excursiones de 130 km. cada una, no vaya a ser que se nos agote la fiera? Pogacar ganó la primera, y no quiso ganar la segunda por…por…pues por lo mismo que hizo el sábado.

Se subía la Madelaine, la Croix de Fer por el Glandon, y final subiendo el Telegraphe y, poco antes de coronar, desvió a un valle paralelo al de Valloire, para una subida muy tendida y prácticamente inédita. No pasó nada, absolutamente nada.

Reflejo de eso fue ver a Pogacar, líder de la carrera, haciendo de aguador antes de la subida al Telegraphe. ¿Hacía falta? No, pero tal es la sobrada con la que este corredor se pasea por el calendario y delante de sus rivales. Por supuesto, le llovieron los elogios de los habituales de siempre, cuando la situación era ridícula para la “jornada reina” -qué poco dice eso ya-, y para un ciclismo supuestamente competitivo.

En la subida al Telegraphe atacó Kuss -existe y está vivo- y, a 12 km. de meta, lo hizo Pogacar, en otro ataque termonuclear, esta vez levantándose del sillín. Vingegaard apenas lo pudo seguir cien metros. Lo que sucedió después forma parte de la antología del disparate.

¿Ataque a 12 km. de meta? ¿Para qué? ¿Por qué? Pues para ver las medidas de sus rivales, especialmente el danés: le había alcanzado Lipowitz pero, dado que no podía pasar ni a un relevo, el arenque se zafó para emprender una persecución en solitario que se prolongó hasta meta.

El puerto, como ya indicado, no era muy exigente, y la diferencia entre el esloveno y el capitán del Jumbo estuvo casi siempre en torno a los 20″. Era una tortura mental, puesto que Vingegaard veía en cada curva a su rival, pero no podía alcanzarlo. En meta diría que había sido su mejor etapa de montaña “por números” (sic), otra derrota más porque jamás pudo alcanzar a El Rey Sol.

¿Estuvo ajustada la subida? En absoluto. En todo momento dio la sensación de que Pogacar iba sin forzarse, que podía haber subido más deprisa. Simplemente estaba probando cuánto podía aguantar Vingegaard así, y con la tortura mental añadida. Ya entrando en la estación de esquí, el esloveno prácticamente dejó de pedalear, y por eso Vingegaard pudo entrar a solo 14″ irreales. 

Cualquiera que viese la ascensión se daba cuenta del paripé. Cualquiera, menos Hipócrita De Andrés, que tiene que vender que en julio (el ciclismo de julio) espera competición y disputa, y que vendió la irrealidad y la falsedad de que Vingegaard había recortado al final, de que había estado cerca, de que Pogacar esta vez no había aplastado.

Sí había aplastado. Moralmente, y todo lo demás acabado en -mente. Fue nausebundo esa manera de pasearse, de ganar sin forzar, y que recuerda al peor Lance Armstrong, otro que gustaba de pavonearse y humillar de formas más allá de lo deportivo a los rivales.

Y peor aún fue la etapa final con llegada al Mont Cenis. Se dio rienda a una fuga ecléctica, donde se había colado Enric Mas, séptimo de la general a más de 7´ del líder. ¿Fuga peligrosa? ¿Con el mallorquín de Artà? En absoluto. Se persiguió lo normal y moderado, mientras por delante el espectáculo lo ponía El Nietísimo.

Bardet de las narices

Todos los días siendo protagonista, esta vez en montaña. Se llegó a escapar de sus compañeros de fuga para escalar en solitario, en un fenómeno raras veces visto. ¡Y eso que venía con una muñeca lesionada!  Y todo, para nada: ni siquiera ha logrado ganar la regularidad, que va para El Mejor empatado a puntos.

En ese momento de la etapa, con Van der Poel en fuga, quedó reflejado el ciclismo realmente existente. El que cambia para no cambiar nunca, el de los corredores protegidos y los que desaparecen, el del dominador absoluto y los demás que ni se le acercan, un fenómeno que se repite generación tras generación.

Neutralizado El Nietísimo, Enric Mas forzó para ganar algo en su vida deportiva, pero esta vez tampoco tuvo lo que le falta desde siempre. Lenny Martínez saltó delante de sus narices y no se pudo ni mover, tras haber perdido energías y haber tenido a un supergregario como Romeo a su servicio.

El diminuto francés, que se ha ido al Bahrein a tierna edad, coronó con poca ventaja el Mt Cenis, y después quedaban 5 km. de altiplano antes de la meta. Fue suficiente, porque Pogacar no quiso ir a por la etapa. Ni siquiera disputó el sprint por el segundo puesto a Vingegaard, en otro gesto de displicencia.

Los franceses, por su parte, encantados. Martínez gana su tercera etapa de prueba WT en tres vueltas diferentes en este 2025, después de las logradas en París-Niza y Romandía. Como un sprinter, y con solo 21 años. Además, el fenómeno Seixas se enganchó a la general y acaba 8º el Dauphiné con solo 18 años y de neoprofesional. Con menos de eso, el inútil de Antonio Alix decía que Van Garderen iba a ganar dos o tres Tour de Francia.

Eran otros tiempos, siendo siempre los mismos. Pogacar domina el ciclismo contemporáneo con mano de hierro. No hay vuelta por etapas de prestigio donde salga donde no gane, y lo hace con numeritos que no se han visto jamás. Desde hacía más de cuatro décadas ningún corredor ganaba tres etapas más la general en esta carrera.

El último podio de Dauphine

Vingegaard, por su parte, ha sido segundo en cinco etapas de la carrera. De ocho celebradas. Empieza a tener cara de segundón, a pesar de que haber ganado dos Tour de Francia no está al alcance de muchos corredores en la historia del ciclismo. La sensación de derrota, de no poder hacer nada, que deja este Dauphiné, transciende su mera relevancia como competición que se celebra cada año.

O se celebraba. Una vez acabada la carrera, la organización ASO ha anunciado que el próximo año pasa a denominarse de una manera imposible, alegando ningún motivo. La región no existe, el periódico que la organiza la carrera y del que tomó el nombre estará a punto desaparecer -si no lo ha hecho ya-, y vienen cambios, pero pasar a llamar el Dauphiné el Tour Auvergne-Rhone-Alpes es una chaladura sin mucho recorrido.

Quedará, eso sí, que Pogacar ha ganado el último Dauphinè de la historia. Lo ha ganado arrasando, exterminando la carrera y la competencia, por lo que quizás sea mejor cambiar el nombre y pasar página rápido sobre lo visto esta última semana.

***

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2 thoughts on “Pogacar extermina el Dauphinè

  1. Es una chaladura cambiarle el nombre a la carrera para los aficionados del ciclismo, por la historia, la tradición…pero no para que el que paga, que un alto porcentage será la región de Auvergne-Rhone-Alpes…

     

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