Veremos que queda de ellos

Veremos que queda de ellos

El post entronca con este otro de no hace mucho tiempo. Kiryinenka ya está sanito del corazón, y las aguas discurren plácidamente en el nuevo Ineos, que de nuevo sólo tiene el patrocinador, puesto que el maillot es prácticamente calcado al del Sky.

El equipo afronta su primera prueba importante de cara al oligarca que ha dejado una migaja de su fortuna para que pueda continuar la estructura que ha dominado seis de los últimos siete Tour de Francia: el Giro. No es precisamente la prueba que mejor se le da, habiendo fracasado en su intento de conquista con Uran, Porte, Landa, G. Thomas y casi con Froome, que solo logró salvar un Giro calamitoso con una jugada únicamente explicable por el dopaje, ese del que tanto reniegan.

Un año después, y no solo por la circunstancia sobrevenida de la baja de Bernal, el equipo se presenta en la salida de Bolonia con una extraña formación donde imperan no ya los jóvenes e inexpertos, sino los jovencísimos y totalmente inexpertos.… Leer más

Si ni él mismo se lo cree, ¿por qué deberíamos los demás?

Si ni él mismo se lo cree, ¿por qué deberíamos los demás?

Entró en meta e inmediatamente se llevó las manos al casco en un gesto interpretado universalmente como de incredulidad. Después siguió con su zambomba de niñato y se fue a desplomar al suelo -de manera medida, como los malos actores- mientras era agasajado por la nube de fotógrafos. 18 años después un holandés volvía a ganar la carrera nacional por excelencia, y lo hacía vestido con el maillot de campeón nacional.

Allí donde el Rabobank había fracasado repetidas veces con Thomas Dekker, Freire, Mollema, Gesink y Karsten Kroon iba a triunfar un corredor que no milita en el equipo-enseña holandés que siempre ha habido y que siempre habrá, porque el ciclismo es un deporte muy querido y practicado en Holanda, a pesar de que llevan 40 años buscando al sucesor de Zoetemelk.

Quizás sonrió por eso. Al revés que en sus triunfos en Waregem o en la Flecha de Brabante, celebrados con alaridos y gestos adustos, el fenómeno Mathieu Van der Poel sonrió al entrar en meta, una sonrisa teñida por ese gesto de incredulidad que resume perfectamente el ciclismo de hoy en día, ya rendido sin remisión al nuevo ídolo que lo va a curar de todos los males.… Leer más