El Giro quiere cambiar
Son los propios organizadores los que se dan cuenta de la inmensa montaña de aburrimiento y sopor que este Giro. Parecía que iba a ser diferente al haber más de diez candidatos al triunfo final, y está resultando aborrecible. Nadie quiere ganar la carrera antes de la última semana, convirtiendo este lento tránsito por Italia en un sopor aún mayor de lo que suelen ser las grandes vueltas contemporáneas.
Todo parece indicar a un agotamiento del modelo. Convertidas de facto en carreras de dos semanas, por decreto pactado en omertá no se disputan las etapas llanas. Así, en realidad la carrera queda reducida a diez días competitivos, demasiado poco para enganchar a un improbable aficionado en el día a día, en esos finales en Reggio Emilia o Génova.
El intento de hacer de Van der Poel una bandera de enganche habrá funcionado en algunos, pero no en el gran público.… Leer más