La primavera de las victorias en solitario

Era fácil mejorar las ediciones anteriores de Lieja-Bastogne-Lieja, pero la resolución final de la muy venida a menos carrera belga dio para el momento y poco más: fue una fotocopia de lo vivido durante toda la primavera. Una vez gusta, tantas veces y con el mismo equipo aburre, da lugar a pensar en procesos médicos colectivos y deja, una vez bajada la excitación del momento, a un ligera nausea.

A pesar de la inmejorables lecciones sobre las posibilidades de la fuga que se han visto este año en París-Roubaix y Amstel Gold Race, una vez más el pelotón no dejó que la misma estuviese conformada por corredores peligrosos, ni siquiera de los equipos potentes. Conviene ir reflejándolo, porque después se olvida: fuga de nueve, con solo un corredor WT, el necesitado de rescate Löic Vliegen, y representado un equipo sin ninguna opción como el BMC.

Una vergüenza continua, y más cuando se vió que Jerome Baugnies del Wanty llegó fugado a los últimos 25 km.… Leer más

No hacía falta esto

Después de once años de propaganda sobre un supuesto Infierno del sur o la otra París-Roubaix, sustituidos en tiempos recientes por la patraña de el sexto monumento, los organizadores de Strade Bianche han logrado lo que querían desde el principio: una edición con lluvia y barro -por muy poco no hubo nieve- que colmase su afán de un ciclismo estereotipado, de sufridores.

El ciclismo no tiene ninguna necesidad de una carrera como Strade Bianche, copia de una marcha cicloturista porque hace tiempo que no inventa nada. Ya era, con mucha diferencia, el deporte más duro, y hacer una carrera por pistas sin pavimentar no aporta absolutamente nada a un deporte centenario que durante sus primeros cincuenta años circulaba preferentemente por carreteras así. Si las dejó no fue porque estas desapareciesen completamente, sino por una serie de factores entre los que el principal era la seguridad y evitar los pinchazos.… Leer más

El estado real del ciclismo (III): el asmático huye

El estado real del ciclismo (III): el asmático huye

¿Dónde nos habíamos quedado con Chris Froome? ¿Dónde nos habíamos quedado con el mejor corredor para grandes vueltas en esta década, ganador de cuatro Tours y casi un quinto a costa de su compañero Wiggins? De la respuesta a esta pregunta sale, una vez más, el lamentable estado del ciclismo: estamos exactamente en el mismo punto que cuando se hizo público su positivo, hace dos meses. Puede parecer poco tiempo, pero ya son cinco meses desde que se produjo.

Saltándose toda su propaganda de “tolerancia cero”, el Sky no ha apartado a su corredor enseña de las carreras, siguiendo la lógica ya aplicada en el Mundial de Bergen: Froome salió a competir sabiendo que había dado positivo, y le dio igual. Porque en estas batallas todo el mundo piensa en salvar su propio culo, en vez de pensar en el mal que causan al ciclismo con su actitud. Porque nadie parece acordarse del caso Contador, donde el corredor A.CLeer más

Froome consigue ganar la Vuelta al sexto intento

Froome consigue ganar la Vuelta al sexto intento

Lo normal en un post de análisis de una Gran Vuelta sería ir directamente al meollo, pero como la Vuelta es la Vuelta porque es la Vuelta, pasaron cosas en la última etapa, esa que el propio organizador desprecia y condena a la irrelevancia, incluso efectuando el traslado Asturias-Madrid de parte de los ciclistas el mismo domingo por la mañana. Quien no viajó fue el corredor del FdJ Odd Christian Eiking, de tan solo 22 años y que estaba a punto de completar su primera grande.

Al parecer, el corredor noruego interpretó perfectamente la invitación de Guillén a fumarse el último día, y salió a disfrutar de la noche, con tanto de cubatas. En la más pura tradición de la Vuelta. Volvió al hotel borracho, ahondando en los más tristes tópicos sobre los escandinavos, tanto que la dirección de su equipo lo tuvo que expulsar. El cuarto expulsado de la Vuelta por parte de sus propios equipos, tras el caso de Barguil y los dos Ag2R remolcados.… Leer más

La triste costumbre de alegrarse por el final del Tour

La triste costumbre de alegrarse por el final del Tour

Se cerró una de las ediciones más tristes que se recuerdan del Tour de Francia, y un suspiro de alivio resonó clamorosamente entre los aficionados que quedan a este deporte. Seguimos instalados en la era Froome-Sky, apenas diferente a la de Armstrong-UsPostal, y el tedio y el aburrimiento son las notas predominantes a lo largo de las tres semanas de competición adulterada, con etapas pactadas, montañas sin ataques y cronos jibarizadas.

Froome lleva siete años seguidos siendo primero o segundo de grandes vueltas por etapas, al menos una vez cada año. Empezó en aquella Vuelta de 2011, y acaba de cerrar su tercer Tour consecutivo. Es completamente indiferente que no haya logrado ninguna etapa y que sea su primera victoria del año: LeMond ganó así en 1990, y lo único importante es la victoria. Para eso ha trabajado todo el equipo, capaz de colar a un gregario a un solo segundo del podio, y de tener el liderato de la carrera durante 19 de los 21 días de la misma.… Leer más

Un segundo que nunca volverá

Qué bonita metáfora del Tour de Francia el estadio de balompié de Marsella vacío. Después de tres semanas de carreteras llenas, de un gentío sin fin y de auténticos fans que suben hasta sitios como el Izoard, apenas unos cuantos miles han querido ver la salida y llegada de la decisiva crono del Tour sentaditos en sus asientos. Fin de semana, día de playa, y una ciudad poco dada al ciclismo obran esta pésima imagen para el evento más importante del ciclismo, acrecentada por un horrible canto de La Marsellesa sin venir a cuento.

Menos mal que la ciudad quedó retratada con todas sus bellezas, porque la idea del estadio de fútbol -o meter a los ciclistas por el circuito de bólidos de Spa-Francochamps en la tercera etapa- es digna de lo que se está convirtiendo el Tour: mongoladas extradeportivas, escasa competición, general abierta hasta el último día, sin que haya realmente emoción.… Leer más

¿Eso han sido los Alpes?

Dos días en los Alpes, el Tour en un pañuelo, y el primer día la fuga con 30 corredores (de donde salió el ganador de la etapa) y el segundo 50, una auténtica animalada jamás vista, que incluso llevaba al estupor a alguno de sus integrantes. El ciclismo y sus pactos, incluyendo el de no agresión en la montaña. Apenas queda una crono con una longitud digna de una vuelta de una semana, y la montaña se ha acabado con los dos primeros de la general sin haber atacado, simplemente aguantando. El tercero si lo ha hecho, para no tener jamás más de 30 metros de ventaja.

Incluso cuando se buscaba consuelo en otras clasificaciones más disputadas, el infortunio hizo que Kittel se cayese al inicio de los Alpes y abandonase la carrera, dejando la regularidad a Matthews, que ya no tenía necesidad de escaparse y dar aliciente, uno al menos, al aburrídisimo espectáculo.… Leer más

Mollema por fin gana algo (una etapita)

Creo que el punto de inflexión fue la cronoescalada a Alpe d´Huez en 2004. Se calculó, y tenía visos de ser más cierto que en un manifestación partididista (“80k participantes para la Policía, 800k para los organizadores”), que había medio millón de personas en el recorrido. Era fin de semana y supuso un desafío para los organizadores y las autoridades. Desde entonces, el Tour de Francia tiende a programar las estapas de montaña entre semana, y dejar los fines de semana para unas etapas atractivas y de exaltación paisajista y turística. Siempre llenas de gente, porque el Tour es el Tour y ojalá siempre lo sea en este aspecto, pero ya no tan concentrada en esos atolladeros de puertos, con una única entrada y salida. Además, no hay que olvidar nunca el espectro del posible atentado terrorista en lo que es uno de los mayores símbolos de la identidad cultural francesa.… Leer más

Con Landa llegó la discordia

La etapa, la única digna de considerarse así en los Pirineos, la podría haber ganado Francisco Mancebo. Es el nivel del presente Tour, donde no hubo ningún ataque entre favoritos, tras 212 km y 5h 50´en la bicicleta, y todos llegaron juntos a la última rampa, impropia del ciclismo de alto nivel. Ahí simplemente actuó la gravedad, en un escenario donde hay que estar más preocupado en agarrar fuerte el manillar que en pedalear, y lo que pasó fue un sprint en cuesta, como aquella vez que Mancebo ganó su única etapa en una gran vuelta, en la Vuelta 2005.

El Tour es la nueva Vuelta. En las etapas llanas no pasa nada, y en las de montaña todo se decide en la última rampa ¿Las cronos? Eso es cosas del pasado, como mucho ponemos una en Tarazona o Logroño, para que no digan nada. El resultado será, al igual que en la carrera de la Península Ibérica, que todos los favoritos irán agrupados hasta los últimos días de la tercera semana, provocando emoción en la lucha por la general, mientras el resto de las emociones del ciclismo se mueren.… Leer más

“Los organizadores tienen lo que querían”

Zas. Zas. Zas. Tres caídas han dejado fuera del Tour al segundo, al quinto y al décimo de la general. ¿Ataques? Si, decenas. Incluso cienes. De un equipo local hasta la cejas, en la más pura tradición del ciclismo francés en la carrera de Francia (¡un saludo al Europcar y al inolvidable Christopher Kern!), y del Astana, un equipo que no necesita presentación, incluso en sus acciones más traicioneras. Pero al final del día, lo realmente significativo ha sido la eliminación de favoritos por caídas.

Que las caídas forman parte del ciclismo es un mantra que se repite una y otra vez para justificar a los bienpensantes, el problema es cuando las caídas están buscadas por el organizador. De la etapa entre Nantua -por cierto, menudo sitio más bonito- y Chambery se había dicho que sería “la etapa reina del Tour” (¿¿¿el noveno día???), y que los descensos serían tan decisivos como las subidas: se buscaba lo que pasó, y ahora los organizadores tienen el papelón de un Tour que sigue dominado por el tirano del último lustro, acosado por corredores de tanta valía como Aru, Fuglsang, Uran o Bardet.… Leer más