Demaré ennoblece una vulgar etapa del Giro

Mientras los ciclistas cruzaban ramplonamente la llanura padana hasta Módena, los enemigos del ciclismo tenían la imaginación en montañas nevadas (¿se subirá? ¿no se subirá?), batallas nada garantizadas y etapas para las que todavía quedan bastantes días. Con un ojo en el monitor -y porque están obligados- y con el otro en la previsión meteorológica, exactamente igual que todos los años con la Roubaix. Que lllueva, para que haya barro. Que la carretera esté abierta, para que suban entre paredes de hielo de varios metros.

La belleza intrínseca de etapas como la de hoy, ciertamente fumada por el pelotón, pero que ha tenido espectaculares precedentes no hace muchos años -como aquella ganada por el Bardiani en bloque, en una buena exhibición de preparación médica-, no necesita explicación. Es tan ciclismo un recorrido llano como uno de montaña, y si hubiese habido una montonera con un favorito estarían hablando del hay que estar atentos, cada etapa cuenta y todo ese arsenal de frases hechas.… Leer más