El Dios de las pequeñas cosas
La temporada de clásicas -en general, toda la temporada- está siendo espectacular, una palabra que proviene de espectáculo. Practicamente no ha habido carrera relevante donde el ciclismo no haya dado su mejor versión, y en algunas ocasiones (Sanremo, Harelbeke, París-Niza) será recordada durante muchos años. En ese sentido, la Gante-Wevelgem fue un poco decepcionante, con una llegada prácticamente de sprint masivo donde Sagan sacó su modalidad Mundial -ponerse en cabeza, y después cruzarse transversalmente para que nadie le pudiese remontar- para lograr su tercera victoria, igualando a los muchos recordmans de la prueba.
Es lo bueno de tener los deberes hechos en una carrera. Al revés que en Sanremo, donde lleva desde 2012 dándose de bruces, el campeón del mundo había ganado ya en dos ocasiones la prueba, la primera relevante de un día que ganó. Además, el equipo dominador de la primavera volvió a apostar por el mismo corredor inferior que ya fracasó de manera inenarrable en Sanremo: Viviani fue segundo, pero en el Quick Step eso no basta.… Leer más