Bajan los controles, baja el dopaje
El dopaje ha muerto. Lo que parecía una lacra consustancial al ciclismo – y ahí está el recurrente argumento exculpatorio de que “siempre se han dopado”- ha desaparecido en la práctica durante este temporada, donde sólo han caído corredores de octava fila y Kolobnev, doble subcampeón mundial y bronce olímpico. Por supuesto, todo se presenta como una victoria.
La estrategia común es decir que, con la moderna alimentación (“bocadillos de diseño”), la ciencia aplicada y demás fruslerías, los ciclistas consiguen los mismos rendimientos -y ahi están las medias de las grandes vueltas, etapas de montaña y clásicas- que en los famosos tiempos de la barra libre. Que nadie se lleve a engaño: el rendimiento del Geox en la Vuelta, o el del Europcar en el Tour son perfectamente compatibles con la pulcritud.